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Foto del escritorErika Castillo

"Volando detrás de los sueños de Amelia" por Erika Castillo [Hermanas de la luna: el legado]

“Cuanto más uno hace, ve y siente, más es capaz de hacer, y más genuina puede ser la apreciación de las cosas fundamentales como el hogar, el amor y la comprensión del compañerismo.”

Amelia Earthart


Es un placer muy grande encontrarnos nuevamente mis queridas Lunáticas, gracias por brindarme el privilegio de su compañía bajo la mirada de nuestra hermana la Luna.


Si soy un poco sincera, he sufrido enormemente para llegar a este momento donde me siento frente a la computadora y empiezo a pensar en todas ustedes. Escoger a la primera mujer que nos llevará por este camino ha sido de verdad muy difícil. Hay tantas que me inspiran y de las cuales aprendo todos los días que no sabría por dónde iniciar, “pero tiene que ser una mujer muy importante” me susurraba una voz.

¿Qué es lo que hace a una mujer para que se le considere importante? ¿Tiene acaso que salir en las portadas de revistas u ocupar las publicaciones de las redes sociales? ¿Tiene que ser conocida por todo el mundo?

Bueno, alguna que te haya inspirado en algún momento de tu vida” me decía a mí misma mientras veía mi reflejo en el espejo del baño, pero hay tantas que admiro que me fue imposible decidirme por una en especial.

Así pasé varios días dando vueltas en la cama antes de dormir pensando y quebrándome la cabeza. Porque quiero darles lo mejor mis queridas Lunáticas, y eso a veces, me lleva por la espiral tan endemoniada de la perfección. Creo que todas las mujeres hemos de caminar por ese sendero en alguna ocasión ¿Verdad?


Varios días después cuando la Luna se vistió de rojo mostrando toda su belleza le pedí ayuda, en una petición sincera le dije que me indicara el camino, que yo escucharía su voz. Esto implica un gran esfuerzo de mi parte, ya que siempre estoy en movimiento constante. Pero ella en toda su magnificencia me respondió valiéndose de pequeños susurros aquí y allá. El nombre que surgió de estos momentos de introspección fue: AMELIA EARHART.


No quiero empezar mencionándoles la biografía de esta mujer tan innovadora, hay personas que harán un mejor trabajo que yo, tampoco quiero llenarles de datos fríos que la hagan parecer una mujer inalcanzable y perfecta que todo logró en un abrir y cerrar de ojos.

Les voy a platicar de lo que para mí significó Amelia Earthart en mi vida.


Amelia nació el 24 de Julio de 1897 en el seno de una familia poco convencional, su padre siendo abogado no tenía muy buena suerte en su empleo y llevó a su familia a depender de la posición económica de sus suegros, lo cual lo llevó a padecer de alcoholismo más tarde en su vida. Esto influenciaría la vida de Amelia muy marcadamente. Siendo la mayor de dos hermanas, fue traviesa y muy activa para una chica de su época, donde se esperaba que las niñas vistieran de volantes vaporosos y fueran recatadas, pero la niña de la que les hablo prefería pantalones y los rifles ante las muñecas y las tardes de costura. Su madre y padre la consecuentaban en sus decisiones, lo cual fortalecería su carácter en la vida adulta. Varias travesuras formaron parte de su infancia, como aquella vez que con ayuda de su tío construyó una rampa de madera para intentar volar desde lo alto del techo del cuarto de herramientas, como podemos obviar de esta situación, el aterrizaje de Amelia estuvo muy accidentado. Pero no minó en lo más mínimo sus ansías de experimentar la vida.


Pasando a unos años más adelante, cuando fue la Primera Guerra Mundial, ella vivía en Canadá, y se alistó como voluntaria de ayudante de enfermería. No era un trabajo glamuroso, pero se entregó en cuerpo y alma, limpió vendajes ensangrentados, ayudó a enfermos a comer y darles sus medicinas. Luchó desde su trinchera para lograr ganar la guerra.


Cuando esta terminó se mudó a Nueva York, aquí fue donde se enamoró de la aviación, y con varios trabajos de medio tiempo logró comprarse su primer avión Canario, de hecho, su madre la apoyó con cierta cantidad de dinero. Lo que me lleva a preguntar ¿Qué madre en su sano juicio le ayuda a su hija a comprar un avión cuando apenas hace diez años atrás la aviación fue “dominada” por la humanidad? La respuesta que logro encontrar es: Una madre que quiere ver a su hija feliz.


Varios apuros económicos y trabajos comunes después Amelia o Millie, como la llamaban en casa, logra obtener la licencia de aviación, siendo la decimosexta mujer a nivel mundial en conseguirla y empieza a tomar clases de vuelo bajo la tutela de Neta Snook, pionera de la aviación. Quien bajo su propio derecho merece ser mencionada.

Aquí fue donde le llegó la fama, realizó varios viajes y rompió los récords de tiempos y distancias de vuelo, fue llamada para hacer campañas de publicidad e inclusive escribir varios libros. Con el dinero que fue ganando se financió sus viajes y construyó pistas de aviación. También fue miembro del Partido Nacional de mujeres en Estados Unidos y apoyó el movimiento de la Enmienda de la Igualdad de Derechos.

En 1931 se convierte en la presidenta de las 99, una asociación para apoyar a las mujeres en la aviación, un campo hasta entonces dominado por hombres. En ese mismo año se casa y quien fuera su “compañero en sociedad de control dual” como ella se refería, la apoyó a seguir con sus viajes para lograr lo que nadie había podido hasta ese momento: darle la vuelta al mundo por la línea ecuatorial. La distancia más larga jamás recorrida en un avión hasta entonces.


Fue en Julio de 1937 cuando emprende esta hazaña y es cuando llegamos a su final, siendo el día dos de este mes cuando desaparece al perder contacto radial. Se realizaron muchas búsquedas para tratar de localizarla, pero todas fueron infructuosas.


He omitido muchos aspectos de su vida, que bien pueden ser encontrados en varias de sus biografías. Pero, lo que quiero mostrarles, es a la mujer que había detrás de esas fotografías en las que siempre sonreía. Ella dudaba de su talento para pilotear aviones y la fama que tenía la hacía pensar que debía realizar más méritos para merecerla. ¿Cuántas veces no nos hemos saboteado nosotras mismas por no confiar en las capacidades y el trabajo que realizamos?


Amelia se dedicó toda su vida a romper los estereotipos en el mundo de la aviación, abriendo caminos para que las mujeres que venían después de ella pudieran avanzar. Recibió medallas y reconocimientos, escribió libros y columnas para revistas importantes. Enseñó a muchas niñas a soñar con cosas grandes y no limitarse por el hecho de haber nacido mujeres en una sociedad donde esperaba un comportamiento sumiso por parte de ellas.


Esta mujer que se enamoró del cielo en una noche estrellada y decidió que volar era su misión de vida y la manera que ayudaría a todas las mujeres, me ha enseñado a tener firmeza de voz cuando me dicen que debo callar, con su valentía al pasar horas a miles de kilómetros del suelo con cartas de navegación incompletas en un avión donde cualquier desperfecto significaba la muerte, ella me ha mostrado que todo en esta vida tiene riesgos, pero no por eso vamos a quedarnos de brazos cruzados. No por eso vamos a dejar de soñar. También me mostró que, aunque tengamos ciertos privilegios no podemos dar por sentado que “todo está bien”, tenemos la obligación de ayudar a las que vienen atrás de nosotros, en cualquiera que sea el camino que hayamos elegido.


“Quiero hacerlo porque quiero hacerlo. Las mujeres deben tratar de hacer las cosas como los hombres han intentado. Cuando fallan, su fracaso debe ser un desafío para las demás.”


Estas fueron las palabras en su última carta a su marido, y es la frase que dicta mis actos cuando siento que las piernas me flaquean.

Debemos seguir intentando, hasta que logremos alcanzar todas nuestras metas y vivir nuestros sueños.


Me despido mis queridas Lunáticas bajo la mirada de nuestra hermana La Luna deseando que encuentren la valentía para volar detrás de sus sueños y alcanzarlos para gozarlos cada uno y todos los días.


Erika C.




 

Erika Castillo (Chihuahua, México 1982) Estudió Ingeniería Industial en el Instituto


Tecnológico Superior de Nuevo Casas Grandes. Escritora bilingüe. Ha laborado en empresas binacionales a cargo de áreas de Aseguramiento de calidad, Evaluación de proyectos y Finanzas, también incursionó en el área de Marketing y Diseño de productos.

Madre de familia y lectora ferviente desde su infancia. Dibujante aprendiz y


amante de la música. Ganó el concurso de cuento a nivel estatal organizado por la DGETI en 1997.


Ha publicado en varios medios digitales y en papel. También participa en mesas de diálogo organizadas por Anaquel Literario, comunidad literaria e intercultural. Actualmente colabora con la publicación quincenal Las Aventuras de una mamá lectora. Su relato ¡AHORA ME TOCA A MI! Se encuentra en la Antología Recolectores de Silencios de la Universidad Autónoma del Estado de México 2021. Obtuvo mención especial en el segundo concurso internacional de relatos fantásticos del Diario Tinta Nova con el cuento El Primer Colibrí.


Es co-coordinadora del círculo de creación comunitaria "Creadoras, escritoras y artistas tercermundistas narrando el siglo XXI" y creadora de la columna "Hermanas de la luna: el legado" en Lunáticas MX.

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