por Laura Vela Abad
Hoy al igual que hace muchos años recuerdo con cariño la nostalgia que llega a mí al mirar la luna, esa luna que en miles de ocasiones ha estado para escucharme y abrazarme cuando más lo necesite.
Esa luna que repudiaba las palabras de un amor enfermizo que no me dejaba dormir, esa luna que podía susurrarme al oído una y mil veces “ese amor no es para ti”, pero yo inmersa en mi necedad, aferrada a tal amor no quería escucharla.
Hoy con el paso del tiempo, me doy cuenta que la luna nunca me engañó y que ese amor enfermizo me destruyó. Después de muchos años pude darme cuenta del daño que me ocasiono y sé que el tiempo perdido fue mucho y que nunca lo recuperaré, sin embargo, sé que la luna nunca lo olvida y ese amor, cariño y comprensión que tantos años anhelé viene de ella.
La luna siempre me dio amor y todos los días al atardecer, sigue guardando la nostalgia de tantos años que perdí por un gran amor enfermizo.
Hoy le agradezco, hoy digo: “Luna gracias por estar junto a mi dándome todo tu amor que por muchos años necesité”.
Laura Velázquez Abad, tiene 43 años y nos cuenta que siempre le ha gustado escribir, lo considera una herencia familiar pues su padre siempre ha escrito todo lo que sucede en su vida.
Cuando ella estaba en 1ro. de secundaria tenía una libreta especial para escribir todo lo que era relevante, por ejemplo a la experiencia que escucharemos a continuación.
Laura busca empatizar con la audiencia que ha pasado por una experiencia similar y nos invita a escribir ya que ella ha descubierto que de esta forma sus alegrías, tristezas e incluso lo peor de su vida se transforman en pequeños fragmentos valiosos.
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