por Noelia Fernández
Hemos prostituido al Amor. Lo hemos prostituido tanto que ahora enseña sus pantorrillas para que le regalen un par de caricias al compás de alguna canción o algunos versos de Garcilaso.
El Amor se va paseando por ahí, elegante pero no tan valiente; llevando consigo la inseguridad de complemento.
Tan barato, que ya nadie lo quiere.
De vez en cuándo; celebrando en lo que le hemos convertido en cualquier taberna de mala muerte, ahogando sus penas en cerveza fría.
Durmiendo en camas vacías.
Recordando lo que era y reflejándose en el espejo del desamor dándose así cuenta de lo que es.
Un simple nada.
Ellos jurando no ser y el Amor disfrazándose al gusto de cada consumidor.
De miedos, de pasión, de incertidumbre, de follar con el corazón cerrado y los ojos abiertos. De no sentir, de no querer, de mejor mañana, que hoy mi lengua se niega.
Y luego; echándole la culpa a él, por haberse disfrazado de todas esas cosas que dijimos que se disfrazara.
Juzgándole de ser complicado, de no dejarse entender y de explicarse cómo un libro cerrado.
Faltándole al respeto, escribiendo su nombre en minúscula, restándole importancia.
Y lo más aterrador, convirtiéndolo en cobarde.
Noelia Fernández, 27 años, nacida en España con madre inmigrante; marroquí y padre español.
"He crecido entre dos culturas que me encantan. Llevo dos continentes en mi sangre; África y Europa. Mi padre era escritor y lector en su tiempo libre. Le apasionaba leer, escribir, conocer... esa pasión por la lectura me la inculcó desde muy pequeña y con 13 años leí mi primera novela para “mayores” siempre lo recordaré; Romeo y Julieta de Shakespeare. También he crecido escribiendo poemas, relatos, poesía... cuando estaba en el colegio, adoraba participar en certámenes de escritura y aunque no ganara siempre, para mí era lo más el solo hecho de participar y tener la oportunidad que otras personas conocieran un poquito más de mí escritura. Me hubiera encantado vivir de la escritura aunque no me arrepiento en lo absoluto de la profesión que elegí para mí, soy wedding planner (organizadora de bodas). Adoro esta profesión porque no me encorseta y es una profesión muy creativa. Donde también vivo historias de amor como espectadora, dónde hago volar mi imaginación cuando diseño una editorial, una ceremonia, un banquete, en fin... una boda. Aunque no descarto algún día publicar un libro. La vida está para soñar"
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