A Erika Castillo
Me gusta cuando hablas
porque impones presencia,
disfruto la templanza de tu voz
y la firmeza de tus palabras.
Eres la que renace de
la herida sangrada.
En el desierto de la vida
floreces con valentía.
Ojalá supieras que admiro
tu fortaleza,
la nobleza de tu alma y
la resiliencia de tu corazón.
Eres la que ríe y la que llora,
la que calla y la que grita.
Contigo no encaja la desesperanza
y la tristeza.
Te conjunta la alegría y
la libertad,
así como las estrellas al cielo
y la espuma al mar.
Eres la que sueña, la que ama,
la que baila y la que canta.
Entretejes palabras para crear historias
maravillosas que sanan heridas amargas.
Celebro tus alegrías
y abrazo tus tristezas.
La fuerza ancestral en tu sangre
y en tu vientre danza.
Eres la que abraza,
la que escucha, la que sufre
y la que sana.
Aunque a veces no sabes a dónde ir
nunca olvidas de donde vienes.
Eres la mujer de la cual nunca dejo de aprender,
de admirar y de abrazar.
Eres la que deja huellas en la vida
y en el alma de los demás.
María Fernanda nació una tarde de marzo en la Ciudad de México, mujer de nombre fuerte. Fue criada bajo el seno de mujeres valientes, quienes la motivaron a no espantar sus sueños con el “yo no puedo”. Actualmente estudia la licenciatura en Letras hispánicas en la Universidad Autónoma Metropolitana. Es amante de los gatos, se identifica con cualquier manifestación artística y con el feminismo. Es columnista en La Coyol Revista desde mayo de 2021, en donde ha publicado textos de crítica literaria como: «Yo nací libre: el desengaño del “amor romántico” en el Quijote», “¿Dónde están las mujeres en la historia del libro?” y “«Hombre pequeñito»: la poesía de Alfonsina Storni como emancipación femenina”. Su tiempo libre lo dedica a la pintura.
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