por Kimberly Patricia Juárez Vazquez
La luz de la luna era lo único que me acompañaba en esta habitación mi corazón latía al mil por hora, mi cuerpo ardía en desesperación, quería incendiarlo todo borrar huellas de lo que una vez creí que era mi hogar.
Esta noche tenía clara una sola cosa: todo lo que viví en esta casa no era real. Solo una mentira que decidí creer y de la cual me liberaría de una vez por todas. La única que de verdad le dió sentido a mi vida durante todo este tiempo se encontraba al otro lado del océano sana y salva. Unos pasos interrumpieron mis pensamientos, una sombra se dirigía hacia mí y en medio de un suspiro sus brazos me rodearon.
—Ro, Incluso ahora si no quieres hacerlo podríamos pararlo, me iré y tu serás complemente libre, sin culpas o algo que te recuerde a este infierno — mencionó la voz que me sostenía en sus brazos
— Estoy segura de esto, soy libre nuestro amor es puro, el fuego lo purificara esta misma noche. Enciende el auto que te alcanzare enseguida —me soltó de su regazo y un gran suspiro escapó de mí.
Cerré toda puerta y ventana de la casa, tome el galón de gasolina y comencé a rociarla encendí el fósforo que comenzó el fuego dentro de ella, corrí hacia la puerta, el auto estaba encendido, abrí la puerta del copiloto y Pedro, mi sombra y ahora mi luz, comenzó a conducir.
Sentía la adrenalina correr por mi cuerpo, sabía muy en el fondo que esta era la única manera de irme sin ninguna pista pero ni Pedro, ni yo no estábamos dispuestos a ocultar más nuestros sentimientos.
Cuando nuestros matrimonios se habían consumido en el fuego solo cenizas habían quedado de lo que una vez creímos sería para siempre, habíamos descubierto que el amor estaba al otro lado de nuestro hogar pasamos de ser solo unos desconocidos en una localidad a confidentes y finalmente convertirnos en dos personas que tuvieron que terminar su matrimonio en el que las mentiras, la infidelidad y la ambición los alcanzaron. Nadie estaba dispuesto a vivir más en un hogar de papel que se destruye al toque, con Pedro todo era diferente el amor era menos pensamientos y más sentimientos, me sentía tan liberada del miedo de saber que podría tropezar y caer sola en mis errores
Podía confiar en Pedro, nuestro amor me había devuelto la chispa de querer vivir, soñar y explorar nuevos horizontes. El destierro de este lugar no parecía tan devastador como me imaginaba cuando sentía la mano de Pedro sosteniendo la mía en medio de la carretera. Tal vez ahora más de una persona maldecía nuestros nombres las sombras de nuestro pasado nos las llevaríamos, pero no el dolor y la culpa.
Ya no estaba dispuesta a ser tolerada cuando alguien más me enseñaba a ser amada con libertad aunque muchos pensaran que solo el deseo nos consumió y esta locura nos llevaría directo a la muerte. La carretera esta noche no luce tan lúgubre como la noche que conduje para encontrar al que fue mi esposo en brazos de alguien más. Yo no deseaba un matrimonio donde el número ya era impar.
— Ro, estas muy callada ¿Todo está bien? — pregunto Pedro mientras mantenía su mirada en el volante. Sus labios en mi mano me hicieron sonreír levemente.
—Todo bien cariño, solo estaba pensando en que probablemente la próxima semana estaremos reunidos con Emma —contesté sonriendo la idea de ver a mi hija nuevamente después de días me tenía a la expectativa de que todo este infierno valía completamente la pena.
Mantenerla alejada de este infierno antes de desatarlo había sido mi tarea primordial, ella se encontraba segura con mi hermana Sofía en Londres. Sebastián sabía el verdadero mensaje de quemarlo todo en esa casa, lo protegí porque pese a todo era el padre de Emma de nuestra hija. Si alguien lo vinculaba con los negocios ilícitos que realizaba era algo que no esperaría, pero esta vez no se trataba de su seguridad si no de las personas que lo rodeaban y más cuando Emma era lo más valioso. Daría la vida por ella.
Todo marchaba bien hasta que un auto comenzó a seguirnos.
—Pedro algo no está bien ese auto lleva tiempo siguiéndonos debemos perderlo —exclamé preocupada y llame a Sofía para decirle que debía estar al pendiente de Emma
Al llegar a la ciudad entre el tránsito logramos perderlos, jamás se acercaron demasiado pero sí lo suficiente para hacerme saber que nos vigilaban. Esa era una de las muchas maniobras que había aprendido de Sebastián cuando algo no andaba bien.
Al llegar a la ciudad preferí no irnos directamente al aeropuerto, pues los llevaría a Emma y eso jamás lo permitiría.
—Sabes que se trata de Sebastián ¿Verdad?, tal vez lo mejor será parar un momento no quiero vivir con el temor de que el encuentre a Emma o te dañe a ti —dije mientras estacionamos el auto en busca de un lugar donde hospedarnos.
Pedro se mantuvo en silencio por unos minutos antes de bajar del auto me mostró que llevaba un arma consigo se notaba preocupado mientras nos abríamos paso entre las personas.
Al llegar al hotel, tome el teléfono le di instrucciones claras a mi hermana, debían ocultarse pues, no sabía hasta donde los negocios de Sebastián nos alcanzarían. Internamente evitaba desmoronarme de miedo y terror de perderlo todo de alguna manera.
En la habitación del hotel donde nos quedaríamos Pedro no dejaba de observar la puerta y el arma, no podía sentirme un poco aliviada porque sabía que llegar con Emma sería difícil, no obstante sabía que lo enfrentaríamos juntos.
—Nadie te tocará, probablemente vengan por ti pero tú debes llegar con Emma yo las amo pero si alguien debe vivir de nosotros dos eres tú —mencionó dejando un casto beso en mis labios. Ese beso sabía a despedida.
Mi teléfono sonó era Sebastián al otro lado del teléfono me maldije pero eran claras sus instrucciones.
Debía salir del hotel sin hacer nada estúpido como llamar a la policía o decirle a Pedro que iría al encuentro con Sebastián nada le pasaría a el o a Emma logré salir por la puerta trasera esperando que Pedro no me descubriera sabía que de alguna manera debía pagar el precio de haber aceptado por mucho tiempo la vida que Sebastián me ofreció en aquella casa llena de lujos y engaños la idea errónea de que el amor lo perdonaba todo me hizo sentir tan vacía por mucho tiempo.
Subí al auto como me lo indicó, nuestras miradas eran un duelo a muerte, después de dejar en claro que ya no toleraría un matrimonio de papel donde vivía con el miedo de ser dañada en cualquier momento, detener el abuso y la angustia tenía un precio que estaba dispuesta a pagar por mí y por Emma.
— Ro, en que estabas pensando cuando incendiaste la casa crees que eso te liberó para estar con él… estás muy equivocada si crees que Emma llevará una vida de granjera en algún lugar del mundo apartada de su padre, así que ¡Ahora mismo me vas decir a donde esta! ¡Por qué ella no se irá contigo! ¿Qué esperabas que te dejaría ir con Pedro así de fácil? ¡No seas ilusa Rosamund! Las cosas no funcionan así largándote con tu amante y me dejas sin casa e hija — gritó mientras condujo el auto a toda velocidad por un camino que me era conocido.
Era a la casa que había compartido con él y la que había incendiado la noche anterior, me quedé completamente en silencio, lo cual provocó la furia de Sebastián quien me apuntó con el arma que llevaba consigo, el temor de morir no me invadía si no la impotencia de saber que era él quien me silenciaría de la manera más sucia e infame.
—Jamás te diré nada, te lo dije Emma es lo que más amo y la protegeré de ti y tus negocios tal vez no lo comprendas pero ella es lo único bueno que ambos hicimos si de verdad la quieres jamás las buscaras —contesté mientras él salió del auto lleno rabia me saco del auto apuntándome con el arma tomándome del brazo con mucha fuerza me arrojo hacia los restos de la casa en la que fui feliz.
Sebastián lucía diferente, esta vez no le temía, él era capaz de arrebatarme la vida si lo deseaba. La persona que una vez amé estaba frente a mi lleno de furia. De pronto escuché el sonido de otro auto llegar eran sus empleados quienes me tomaron del brazo para atarme de manos, me sentía asqueada al estar rodeada de estas personas que eran capaces de hacer esto y Sebastián era el verdugo que borraría mi rastro.
Quería correr pero su arma apuntándome todo el tiempo me detenía de hacer algo estúpido, él observó nuevamente lo que quedó de ese incendio, su mirada solo proyectaba furia y enojo en su máximo esplendor después de todo nuestro matrimonio fue parte de lo que se quemó a noche.
—No dejare que tú y tu amante me alejen de ella, ayer cuando tomaste la decisión de irte te deje en claro que si lo hacías con alguien, Emma volvería a mí así que ahora me lo dirás de alguna u otra forma —gritó mientras seguía apuntando con su arma hacia mí y tomándome del brazo con fuerza me lanzo hacia el jardín que había construido.
Ahora estaba de rodillas ante él, Sebastián pasó su dedo por mi labio inferior limpiando la sangre que había en él.
—Ro, habla antes de que te silencie para siempre, no quiero lastimarte mas solo dime dónde está mi hija te largabas con Pedro con nuestro vecino ¿Qué quieres? ¡Jugar a a la casita con mi hija! ¡Maldita sea Rosamund! ¡Todo esto lo hice por ustedes para que nunca les faltara nada! Entiendo que él te deseara pero tú que me habías prometido fidelidad ahora míranos.
Yo solo lo mire llena de rabia, ambos sabíamos que yo no había fallado de esa forma tan sucia como él lo hizo muchas noches con otras mujeres. El amor con Pedro no era algo de piel si no algo más como la verdadera felicidad. Un auto llegó a toda velocidad uno de los hombres que trabajan para Sebastián sacaron a Pedro del auto atado de manos y un grito de desesperación y dolor escapó de mí.
— Vaya parece que comenzaremos a hablar — dijo Sebastián entre carcajadas. Se giró hacia Pedro apuntándolo con el arma.— Me dirás a donde esta Emma o acabare de una vez por todas con el verdadero motivo por el que hiciste todo esto, yo te lo daba todo. Viajes, dinero lujos.. Jamás te falto algo.
— Le faltó calma, libertad y amor —dijo Pedro lleno de rabia—. Nunca se trató de fidelidad fue la lealtad lo que la destruyó y tus ¡malditos negocios! Ahora esperas que te diga dónde está Emma, déjala con tu hija ella merece crecer con su madre deja de ser egoísta por una vez, yo soy el único responsable de todo esto déjala ir…—gritó lleno de enojo. Sebastián lo miró un segundo soltando una enorme carcajada.
Uno de los hombres de Sebastián sacó un galón de gasolina del auto y parecía una broma jugada al revés rociandolo al roble enorme que estaba en el centro del jardín, sacó de su bolsillo una caja de cerillos sonrió antes de deslizarlo y entonces el fuego comenzó. Pedro logró liberar sus manos tomando una piedra que lanzó hacia Sebastián en su intento el arma se disparó hacia mí.
Mi cuerpo comenzó adormecerse los hombres de Sebastián intentaron ayudarlo escuché cómo arrastraban su cuerpo hacia el auto pero un pequeño dolor me robaba el aire, mis manos fueron de inmediato a mi pecho de donde comenzaba a salir sangre antes de caer al suelo Pedro me tomó en sus brazos.
El fuego comenzaba a convertirse en humo que oscurecía el cielo pero logre ver los ojos de Pedro era todo lo que deseaba antes de arder en el exilio de este amor que nos llevó a esto.
— Pedro somos la pareja perfecta de alguna manera, estamos hechos el uno para el otro así como el fuego encuentra con la gasolina arderemos —dije tratando de recuperar al aire.
El rostro de Pedro comenzaba a difuminarse, sus lágrimas cayeron sobre mi rostro solo recuerdo el sonido del arma disparar nuevamente, no sé si por un instante me convertí en el fuego o en las cenizas pues, ardía viva y apenas lograba respirar solo sé que ese roble de aquel jardín y aquella casa en cenizas puede contar mi verdad.
El amor me llevó a convertirme en el fuego que quemó aquello que alguna vez me lastimó y me hizo pensar que jamás tendría salida ahora apenas puedo ponerme de pie y el sentimiento de libertad me tiene con vida el placer es dolor y el fuego de nuestro amor busco consumirnos de la peor manera pero ambos sabemos que tenemos porque luchar porque nadie se rindió cuando solo había quedado la promesa de no tocarnos hasta finalmente sentirnos libres como lo somos ahora y es que solo puedo recordar los besos en el roble su sonrisa con el reflejo del sol pero también las promesas de volar con Emma todo era tan confuso que me concentre en el latido del corazón de Pedro tan cerca y tan lejos que parece que pronto volveré a sostener a Emma.
Kimberly Patricia Juárez Vázquez de nacionalidad Mexicana. Vive en el Estado de México. Egresada de la Licenciatura en Derecho Internacional por la Universidad
Autónoma del Estado de México. Su amor por la lectura comenzó desde muy pequeña pero escribir historias, relatar lo que pasaba en su cabeza y mostrarlo al mundo apenas sucedió hace un año encontrando en comunidades como LunáticasMx el espacio seguro para hacerlo pues está hecho por y para mujeres que siempre tienen los deseos de escribir.
Comments