por Mayra Ortiz
“Llama a este número y resolveré todos tus pesares”
Leía este curioso anuncio en la revista que compraba en la tienda de siempre. Supuestamente, hablabas a ese teléfono para agendar una cita con una “diosa” y ésta prometía resolver tus inquietudes y pesares sobre cualquier tema.
Sus especialidades eran la belleza, la sexualidad, la fertilidad, las peleas y el amor, es decir, podría ayudar tanto a una muchacha en asesoría de imagen para sus quince años, como a algún presidente que consultara sobre si es conveniente declararle la guerra a su país vecino por cualquier tontada. Así que, tal vez podría ayudar a desamparadas en el amor como yo.
Al principio desconfíe de la idea, creí que era una de esas empresas piramidales que estafan gente, que solamente me sacarían el dinero —que de por sí no tengo—, hasta en una de esas podría tratarse de una banda de secuestradores, así que mejor arranqué la página de la revista y la aventé entre el desorden de mi mesa de recibos y papelería inútil.
¿Y porqué ahí?¿No era más fácil tirarla a la basura?
La lógica diría que sí, pero una pequeña parte de mí me decía que tenía que reconsiderar la opción. Me inquietaba demasiado, pues, ni las pláticas con las amigas ni las sesiones con mi terapeuta ayudaban a que se resolviera.
Así que me armé de valor, tomé la página y marqué al número telefónico de esa tal “diosa”; me atendió una señorita muy simpática que buscó entre la agenda algún lugar para mí y me confirmó la cita: 11 de la noche del viernes a la entrada del bar que estaba en el centro de la ciudad.
Al colgar la llamada me dije a mí misma: no jodas, de seguro es un fraude, ¿porqué me citaría a esas horas y en ese lugar? de seguro es una banda que ya planeó como robarme dinero o secuestrarme, la neta ni voy a ir, no vaya siendo una de malas.
Pero toda la semana traía la cuestión en mi cabeza adolorida, no sabía si ir para saber de qué se trataba o no ir por mi temor de que fuera algo malo.
Hasta que por fin llegó el viernes y decidí ir, me enseñaron que a los compromisos no se queda mal ni se dejan plantadas a las personas.
Cuando llegué el bar estaba abarrotado, me sentía como la loca del barrio parada a media banqueta sin saber qué hacer, y para mí que no me gustaban las multitudes, ver a tanta gente de un lado para el otro me estaba empezando a causar ansiedad.
Hasta que de repente llegó un carruaje tirado por gatos —así es, gatos— y de él bajó una señora bellísima con un collar enorme de oro, una gran capa hecha con plumas aparentemente de algún águila y un vestido que parecía de la época de los griegos que me dejó deslumbrada e incluso intimidada.
—¿Quién es la de la cita?— preguntó dulcemente.
—Soy yo, señora— tartamudeaba por lo impresionada que aún seguía de esa entrada triunfal y de que aún no me la creía que estaba delante de una divinidad.
—Oh cierto, una disculpa por la tardanza. Estaba ocupada liderando a mis muchachas en un combate y recogiendo a los soldados caídos. Esto de los viajes en el tiempo es algo tardado.—Yo no entendía absolutamente nada de lo que decía pero dejé que continuara.
—Pero sígueme. Es hora de que me confíes tus pesares.— Enseguida usó alguna especie de magia.
De repente ya me encontraba a la entrada de un enorme palacio rodeado de un paisaje de bosques invernales que parecía la época de los vikingos.
Me invitó a pasar a un cuarto gigantesco de uso personal que usaba para atender a sus clientes desesperados y sus problemas. Hizo que una de sus ayudantes me trajera alguna bebida y algo para que me sintiera cómoda.
—Muy bien, ahora que estamos más en confianza, dime ¿en qué quisieras que te ayude?
—Bueno, son cuestiones del amor, ¿sabes? Siento que nadie de verdad me quiere, he estado con algunas personas que me han lastimado el corazón, no me he sentido realmente conectada a alguien por temor a que si entrego todo acabe mal como siempre me ha pasado, realmente, a veces dudo que esto del amor sea para mí.
—Qué mal. Me da tristeza que todas esas experiencias te hayan hecho tener esa idea sobre el amor, pero te diré algo... No porque haya pasado todo eso, significa que no eres merecedora de una de las mayores bendiciones de este universo.
—¿Cómo?
—Así es, los amores rotos y no correspondidos son solo parte de este camino de la vida, yo soy fiel testigo de muchos corazones que aun hechos pedazos vuelven a renacer y entregan mucho más amor que antes, los hace mejores, más entregados, más fieles, más apasionados, hasta que encuentran a la persona que es capaz de adorarlos también, y si no, también existen otras cosas maravillosas, como el arte, el prójimo, la naturaleza, el contacto humano, y muchas causas tan nobles que elevan a sus almas hasta la guarida de los dioses. Créeme, el amor es un salto de fe, existe el riesgo de equivocarse pero al final siempre valdrá la pena.
Se me habían humedecido los ojos, nunca había escuchado algo tan lindo como eso, me sentía reconfortada, escuchada y comprendida, sabía que fue una decisión acertada el venir aquí.
Después de largas horas platicando, la diosa me dio una bolsita llena de bendiciones y algunas cosas de su mundo como recuerdo de nuestra cita, llamó a su carruaje de gatos para que llevara de vuelta a casa y antes de que invocara el conjuro me dijo:
—Ahora ya sabes, cuando vuelvas a tener un problema con el amor recuerda lo que platicamos aquí, toma tus bendiciones e invócame cuando quieras, acudiré a ti lo más rápido que pueda, cuenta con ello.
—Muchas gracias señora, estoy tan feliz, nunca acabaría de agradecerle.
—De nada, y puedes llamarme Freya con confianza.
Después, invocó el hechizo nuevamente. En un abrir y cerrar de ojos me encontraba en mi hogar.
Seguía sin asimilar todo lo que acababa de ocurrir, supongo que necesitaré tiempo para poder armar las piezas pero en el fondo estoy agradecida porque la diosa Freya me dio las respuestas que tanto necesitaba.
Mayra Ortiz (enero de 1999) nacida en Zamora, Michoacán, es egresada de la Licenciatura en Psicología y escritora, escribe poesía, cuentos y microcuentos, es una de las autoras participantes de Rémora Fanzine (2021) editado y producido por Luz Vesania, Parvada de Palabras (2022) editado por el CRAM (Centro Regional de las Artes de Michoacán) y creadora de su propio blog Notas Mentales.
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