por Azahara Casanova
7 de septiembre de 2045
Desde mi ventana observaba la última víctima. Un hombre de mediana edad. No sé muy bien qué es lo que impulsa a la gente a salir a la calle cuando las prohibiciones son tan estrictas y el aviso gubernamental tan alarmante. Extraño, sin duda. Por norma, las autoridades sanitarias aparentaban una inquietante impavidez, pero, en la última comparecencia por videoconferencia desde su casa, el ministro comunicó que no podíamos salir de las nuestras, bajo ningún concepto. El que saliese para acudir a visitas médicas, o por motivos de extrema urgencia lo haría bajo su responsabilidad. Así de simple. El ejército, provisto de EPIs de última generación, eran los únicos con potestad para poder transitar.
El virus se llevó cerca de mil millones de seres humanos en la última ola, y, pese a que, si lo miramos desde un punto de vista macrovital, la tierra obtiene un respiro, comenzamos a preocuparnos por la posibilidad real de extinción vistas las cifras de muertos que se alcanzan diariamente.
Desde que el mes anterior se detectase la nueva variante del virus, los pocos valientes que se atreven a salir a la calle, caen fulminados. Las noticias contabilizan a su manera y yo llevo contados quince en el último día (solo de los que veo desde mi casa). Es un horror al que cuesta acostumbrarse. Aun así, muchos espontáneos se exponen, salen a la calle y, la mayoría se desploma al cruzarse con los muertos. Y sigo sin comprender qué les impulsa a salir. Yo no soy la única persona que ve desde su casa la calle llena de cadáveres. ¿Por qué lo hacen? Lo peor de todo no es la escena, lo peor es ver cómo los camiones robotizados tardan tres o cuatro días en recogerlos. Son lentos y las órdenes desde la central lo son aún más. Lo sé porque mi hermano es uno de los responsables que se encargan del desarrollo del proyecto MORBOT . Ahora están en plena fase para la mejora del desarrollo de la robotización autómata del transporte de mercancías y de la logística general. Forma parte del Ministerio de Automatización, Inteligencia, Defensa y Asuntos Industriales (MAIDAI).
En nuestro edificio se han organizado de forma muy coherente para poder acudir a la azotea a tomar el aire. Todavía impera la cordura. Cada puerta tiene asignados dos días y dos horas distintas de uso libre. A nosotros nos tocaron los martes a las 11,15 y los domingos a la 13,15. De momento, parece que somos disciplinados, no ha muerto nadie. La normativa dicta subir por las escaleras y bajar por el ascensor. Así evitamos el cruce con cualquiera.
8 de septiembre de 2045
Acaba de llamar mi hermano. Inusual porque los aislaron hace tres meses y casi no hablábamos por temas de seguridad nacional. Las comunicaciones siguen intervenidas y es muy incómodo mantener una conversación sabiendo que analizan todo lo que decimos, incluso la gramática que usamos o la tonalidad de la voz. El caso es que nos ha dado instrucciones precisas sobre nuestra visita a la azotea. Dice que seamos discretos y puntuales, que llevemos ropa cómoda y agua. Le he preguntado que si podía coger algunas cosas más como nuestros 3P*. Me ha dicho que solo eso. Que nada más. Imagino que todo será cosa de Centro de Inteligencia Nacional. A estas alturas ya sé que mi hermano lo sabe y que el CIN lo ha calculado todo.
12 de septiembre de 2045
Hemos llegado a una isla en el pacífico norte. Lo mejor de todo: que es de mi propiedad. Cuando nos recogió el helicóptero, lanzaron unos trajes de protección y junto a ellos, una bolsa impermeable fluorescente con una notala escritura de la isla “Constituyente” con mi nombre en clave y los cuatro últimos dígitos de mi identificador como agente de inteligencia. No me lo podía creer. Parece que el CIN nos quiere aislar para mantenernos a salvo (aunque estoy en la reserva) desde que me permitieron la vuelta a la vida como civil hace ya diecisiete años. La nota era de puño y letra de mi hermano, eso me desconcierta. Decía que mantuviéramos la calma, que no nos podía contar mucho más de momento y que hiciéramos una lista de las cosas que queríamos que recogieran de nuestra casa. Disponemos de 6 horas para enviarlo por la tecnología obsoleta de correo electrónico cifrado a través de una VPN gubernamental. Imagino que la obsolescencia tecnológica tiene sus ventajas. Voy a ponerme a escribir la dichosa lista.
13 de septiembre de 2045.
No hemos tenido tiempo para la reflexión ni la asimilación de lo que estaba ocurriendo. Mario dice que, entonces la cosa es mucho peor de lo que nos creíamos. Nada más aterrizar en la playa, vimos un catamarán y un pequeño muelle. Nunca le agradeceré bastante a mis padres la tozudez e insistencia en que nos tituláramos como CY* cuando todo el mundo se sacaba el carné para conducir un VAP* y lo bien que me vinieron ambas cosas para entrar en el Cuerpo.
En lo más alto de una de las colinas nos han construido una pequeña casa. Nos costó un poco de tiempo acceder aunque, el sendero estaba bien pavimentado. Por el camino vimos tres campos con invernaderos acristalados de paneles solares transparentes. Casi imperceptibles si no se conocen los materiales. Mis hijos preguntaron si las ondas electromagnéticas de nuestras neuralnets conectarían desde aquí. Nos reímos un rato. No conocen la potencia de la tecnología neural todavía. Mejor. No están preparados.
La casa no es muy grande pero tiene buenos cimientos, cuatro habitaciones, un salón, un baño completo y una pequeña cocina a la que no le falta de nada. En el salón, unas escaleras dan a un sótano. Hemos contado doce salas. Dos de ellas son quirófanos y están separadas del resto por unas puertas basculantes a modo de sala intermedia. Otras dos, parecen cámaras frigoríficas y disponen de carne, pescado, verduras y otros congelados. Todos perfectamente etiquetados con la fecha de envasado: Febrero de 2043. Tendré que investigar un poco más sobre esto. Sobre esto y sobre la dependencia energética de toda la casa para saber a qué atenernos.
Cuando Mario ha visto los quirófanos me ha mirado y me ha dicho que si yo sabía algo de aquello. Le he dicho que yo sabía exactamente lo mismo que él. Tengo que seguir mintiéndole hasta conectar con mi unidad.
Confieso que estoy un poco asustada. No. Quizás la palabra correcta sea abrumada. Abrumada por las circunstancias Y las vistas panorámicas desde la cima no me proporcionan ni un ápice de sentimiento privilegiado de pertenencia a un grupo de afortunados, si de eso es de lo que va todo esto. Desde que murieron mis padres, la relación entre mi hermano y yo ha sido muy estrecha. Sabía que su trabajo era importante pero no tanto como para que pudiera realizar una extracción. Lo que sí que sé es que, después de todo el operativo perfectamente organizado, ya sabe a qué me he dedicado yo.
14 de septiembre 2045
Mario y los niños no han dormido demasiado. No están acostumbrados al ruido que provocan las olas rompiendo contra el acantilado pero yo escuché mucho el mar de fondo las noches de verano de 2017 en misión en el Mar Rojo y no me suponía un problema conciliar el sueño. Ni entonces, ni ahora (pese a mi 138% de capacidad auditiva).
Hemos elaborado la lista que nos pidió mi hermano siguiendo las instrucciones. Mario y yo hablamos finalmente sobre lo que puede estar pasando. La información en la neuralnet básica es confusa o contradictoria. Los grandes medios de comunicación del mundo comienzan a ser de dudosa fiabilidad y nuestros 3P tienen serios problemas para conectarse a ella. ¿Demasiados intereses en juego?
Los niños no dicen nada pero ya son adolescentes y van haciendo sus propias cábalas sobre el asunto. Nuestra hija mayor, Roberta, desde que llegamos se ha obsesionado con visualizar vídeos y páginas web sobre navegación en su 3P. Quiere aprenderlo todo. Daniel, sin embargo, se ha entretenido más explorando los mapas G3D para ubicarnos y busca información sobre la flora y la fauna de la isla. Nos han puesto al día acerca de sus averiguaciones. Mario intentaba reconocer alguna planta medicinal, al parecer las salas de operaciones no tienen material instrumental para siquiera atender un rasguño básico o curar una herida hasta que a las tres de la tarde ha aparecido el helicóptero. Ha lanzado varios paquetes a quinientos metros de la playa y hemos tenido que salir a navegar para recogerlos. Eran ocho compartimentos estancos con mucho peso. En dos de ellos, todas las cosas de nuestras listas, algo de ropa, zapatos y cosas de aseo. En otras dos, un completo set de material sanitario con vacunas básicas para el pacífico norte y el resto, todo alimentación básica enlatada. Mario ha comenzado a desempaquetar y ha palidecido. Creo que acababa de darse cuenta de que aquello significaba que el mundo estaba en serios problemas y que su carrera como cardiólogo se debía ampliar a otros campos de la medicina mientras estuviéramos allí. Era el único médico en la isla y quién sabe si en unos años el único en el planeta.
17 de septiembre de 2045
He recibido un mensaje instantáneo de mi unidad. Un bot automatizado me dice que se ha disuelto porque han fallecido todos los componentes. En ese momento le he dicho a Mario que era hora de conectarnos a la neuralnet profunda. Con la carga solar completa de los invernaderos calculo que la electricidad la tenemos asegurada para, al menos los próximos quince días.
18 de septiembre de 2045
Es una pesadilla. Hay más de medio millón más de muertos en el mundo desde que hemos llegado aquí. Y eso, respecto de los que han podido contar. No sé si serán más o menos de los que dicen los datos oficiales. Hemos leído los intentos de atracos, saqueos e incluso ataques, levantamientos y llamadas a la acción a parlamentos que se han sucedido en todos los países. Todo se ha quedado en intentos porque las personas que salían a la calle saltándose las normas de quedarse en casa han fallecido a las pocas horas, algunos a los pocos pasos de sus casas. Los vídeos se suceden y se repiten por toda la red como si tratasen de machacar nuestras conciencias. Los MORBOT han mejorado su diseño y capacidad en una semana y ahora recogen los muertos con unas grandes palas como las de las retroexcavadoras. ¿En una semana?¿Cómo es posible?¿Ya tenían desarrollada la tecnología y no han querido estrenarla hasta ahora? Llegados a este punto no he querido saber mucho más hasta conectar con neuralnet pro. Estoy furiosa.
19 de septiembre de 2045
Mario ha intentado contactar sin éxito con el hospital en el que trabaja y no ha habido suerte. Ni siquiera a través de antiguas comunicaciones por correo electrónico. Yo sí que he contactado con la base. Evidentemente no lo puedo comentar. Me han pedido un informe diario de la evolución en la isla. Por neuralnet pro, el comandante Áurea confirma que las cifras oficiales por países contabilizan un total de millón trescientas cuarenta y cinco mil doscientas setenta y siete personas en todo el mundo más desde el siete de septiembre. También confirma que mis compañeros de unidad no han muerto. Se encuentran a salvo en situaciones similares a la nuestra. A este ritmo calculan que la extinción será posible en cinco años. Si el ritmo sigue estable, en realidad tardaríamos unos noventa y pocos años en extinguirnos, con lo que en realidad han querido decir que el ritmo será exponencial. Todo está planeado. Alivio saber que, cuando el maldito virus y sus mutaciones acaben con la civilización humana quedarán pequeñas islas paradisíacas habitadas por especialistas. Obvio que la repoblación forma parte del plan.
*3P: Panel de proyección personal
*CY: Capitán de yate
*VAP: Vehículo aéreo personal
Dra. Dña. Azahara Casanova.
Nacida en Valencia (1977).
Es licenciada en Filosofía por la Universidad de Valencia (España), es profesora en niveles superiores de enseñanza. Ganadora del 2º premio La Rosa de Paper de poesía, Fundación La florida universitaria (2001, 2002 y 2003), ha publicado un libro de poemas: Del vértigo de los días (2004). Articulista y miembro del Consejo de Redacción en el periódico El Vedat (2002-2007) así como en la revista digital de filosofía El vuelo de la lechuza. Colaboradora en revistas digitales como: Con voz propia en la red, El instante varado, Isliada.org o Enfocarte.com. sus últimas colaboraciones pueden verse en Fémina Fanzine o la revista digital literaria Obsidiana. Dirige la página social “Literatura” en Facebook y publica regularmente en su blog “Proyecto cara de col | Proyecto caracol”.
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